La Sociedad del Canal de Maipo, la Confederación de Canalistas de Chile y la Comisión Nacional de Riego son algunas de las instituciones que han desarrollado pilotos concretos de recarga artificial de acuíferos o napas subterráneas con el fin de hacer frente a múltiples problemas, como la sequía y la falta de agua potable. Con un potencial enorme, aún falta avanzar en materia de derechos de uso para fomentar su desarrollo a nivel país.
Aprovechando que hasta antes del 24 de junio de este año el suelo de Santiago estaba seco por la falta de lluvias, sumado a que la calidad del agua de los canales hasta ese momento era buena -porque no había arrastres desde la cordillera-, la Sociedad del Canal de Maipo decidió iniciar la marcha blanca del plan piloto de recarga artificial de acuíferos en los predios que arrienda a la Universidad de Chile, en el Campus Antumapu de la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales. Con ello se materializó una idea que se analizó durante cerca de nueve años.
“En 2006, el directorio de la sociedad se da cuenta de que sus zonas de riego se han visto disminuidas por la expansión urbana, la impermeabilización de la ciudad por el aumento del pavimento y el cambio climático, lo que ha obligado a que los canales que maneja se trasladen a la periferia de la ciudad, bloqueando una de las formas naturales de recarga de las napas subterráneas. Esto, sumado a la sobreexplotación de los acuíferos para obtener aguas de mejor calidad, nos llevó a desarrollar alternativas innovadoras y solicitar un estudio para ver si es aplicable la recarga artificial de acuíferos en Chile, particularmente en la Región Metropolitana, que es nuestra zona de acción”, señala Pablo José Pérez, presidente de la sociedad.
Recargar los acuíferos resulta vital para el país, pues en épocas de escasez hídrica ellos son la fuente de abastecimiento de agua. Al no recargarse comienzan a disminuir y sus aguas aumentan en salinidad y se pueden volver inutilizables. La gran pendiente que existe en el país dificulta esta recarga, pues hace que el agua circule demasiado rápido. Y cuando el agua escasea, la recarga disminuye. De ahí que se decidiera buscar formas de infiltrar en forma artificial, tal como se hace en otros países.
Producto de la sequía que desde hace cerca de 10 años afecta a distintas regiones del país, incluida la zona central, se aceleraron los estudios y la búsqueda de un terreno adecuado en el área urbana que cumpliera con los estándares de suelo y disponibilidad de agua. Finalmente se encontró uno de cinco hectáreas del Campus Antumapu. Hace dos años comenzó la construcción de un pozo de monitoreo de 182 metros de largo, y desde el año pasado la de dos piscinas de infiltración de 55 por 55 metros con una altura de 110 centímetros -junto a tres pozos de monitoreo de 40 metros-, así como de dos pozos de recarga gravitacional de 120 centímetros de diámetro cada uno. Todo por una inversión de más de 600 millones de pesos.
“La idea es demostrar que sí hay formas de realizarlo y que sí es aplicable la recarga artificial de acuíferos, y que esta es la manera de hacerlo. Ahora estamos con dos iniciativas de recarga, porque queremos tratar de realizar la mayor cantidad de métodos para poder hacer una analogía y replicar esta experiencia a lo largo de todo Chile, considerando los estudios correspondientes. Vamos a infiltrar con aguas naturales y superficiales del Río Maipo que provienen de derechos consuntivos, permanentes y continuos de nuestros regantes. El proyecto no contempla el uso posterior del agua para nuestros usuarios, sino en demostrar que sí se puede recargar artificialmente”, afirma José Luis Fuentes, jefe del Departamento de Estudios y Desarrollo de la sociedad.
Entre el 24 de junio y el 5 de julio se realizó la marcha blanca del proyecto llenando las piscinas con una tasa de 50 litros por segundo y una altura de operación entre 30 y 40 centímetros -un promedio de 4,3 millones de litros por día-, ya que durante los días que se realizó la marcha blanca las piscinas no se alcanzaron a llenar debido a su alta capacidad de infiltración. Otro aspecto innovador del proyecto es que se hace en la denominada zona no saturada; es decir, en el suelo seco, a diferencia de otras experiencias en que la recarga se realiza directamente en el acuífero, o zona saturada. Esto significa que se puede trabajar la calidad del agua, protegiendo la del acuífero.
“Lo que hacemos un poco es copiar la recarga natural. Esta sucede con cualquier agua que corre y que llega al suelo y se infiltra, pero ahí no existe un control de calidad. La gracia del proyecto es que tú puedes saber si estás contaminando o no, ya que conoces la calidad de agua que estás introduciendo, que tiene que ser igual o mejor a la que ya existe en el acuífero. Para esto, nosotros agregamos un proceso de decantación natural de sólidos para las piscinas y pozos, así como un posterior filtrado de cuarzo para estos últimos. Además, como son dos proyectos en uno, estos están separados por 1.250 metros de distancia con el fin de evitar contaminación o interferencia entre ambos y tener un mejor monitoreo de cada uno”, dice Fuentes.
Actualmente las piscinas están secas, ya que el proyecto se encuentra en la parte final de construcción de las piscinas de decantación. A fines de septiembre comenzará el piloto propiamente tal con el llenado de las piscinas (50 litros por segundo), para a mediados de octubre comenzar con la recarga de los pozos (30 litros por segundo). El objetivo es generar la mayor presión sobre ambos, así como replicar situaciones con mucha y poca agua para saber hasta qué volumen se puede operar y qué cantidad pueden aguantar para generar un estado de equilibrio. A fines de 2016 -un ciclo completo del agua- se espera tener una mejor recopilación de antecedentes concretos.
“Hasta ahora somos la única experiencia privada que ha solicitado formalmente la recarga artificial de acuíferos a los organismos correspondientes. Una de las cosas que frena estas iniciativas -por el financiamiento- es que yo como propietario de un derecho de agua permanente, consuntivo y continuo entrego mi agua para la recarga, pero mi derecho pasa a ser provisional, por lo que no mantengo la misma calidad de mi derecho de agua. Eso no motiva a los usuarios. Falta mejorar la normativa y una mejor fiscalización entre quién infiltra y luego extrae el agua. Por eso el proyecto por ahora es para demostrar que es posible la recarga artificial, para luego pasar a una segunda etapa que es el reconocimiento de ese derecho y que quien infiltra pueda después sacar y utilizar esa agua”, sostiene Pérez.
Soluciones al alcance de la mano
Para Fernando Peralta, presidente de la Confederación de Canalistas de Chile, la solución para mitigar los efectos de la sequía a través de la recarga artificial de acuíferos es sencilla y está al alcance de todos. Todo bajo la premisa de que cuanto mayor cantidad de agua corra por los canales en la superficie, mayor será el agua infiltrada.
“Yo he planteado a los diferentes estamentos que hagamos un primer paso, que no es el mejor, pero que tiene la ventaja de que es muy fácil y no cuesta dinero. ¿Cuál es ese primer paso? Consiste en que las aguas de invierno y primavera sigan corriendo por los canales en esas épocas, en vez de cerrarlos por razones de manejo interno, limpieza o seguridad. Si bien hay que seguir limpiándolos, se puede acortar el tiempo, para que así nuestra red de canales que sirve para llevar el agua, también sirva para infiltrarla. Nuestros canales son ineficientes porque infiltran mucho, y por eso hay un proyecto de revestimiento que lleva muchos años. Sin embargo, tenemos que aprovechar esa condición para recargar los acuíferos de manera más rápida. Acá no hay una idea brillante, hay una idea doméstica y simple si se quiere, pero su genialidad radica en que está al alcance de cualquiera y usando lo que tenemos. Esto sería la primera etapa del plan nacional de recarga artificial de acuíferos de la confederación”, señala Peralta.
Debido a la sequía, algunos canalistas comenzaron a tomar en cuenta estas premisas, como la Federación de Juntas de Vigilancia de la VI Región, la Junta de Vigilancia de la tercera sección del Río Aconcagua y la Junta de Vigilancia del Río Diguillín, en la Región del Biobío. En este último caso, los usuarios se dieron cuenta de que los pozos de abastecimiento de agua potable rural bajaban su nivel y a veces se secaban en invierno, ya que los canales quedaban secos en esa época, por lo que hace cinco años que comenzaron a aplicar los consejos de la confederación.
“Esta primera etapa no tiene un costo extra y no hay que hacer tratamientos extras. La solución es simple y está a la vista, pero como las personas ven que es tan fácil empiezan a desconfiar y se preguntan dónde está la trampa. A veces se planifica y gasta mucho en un embalse, pero hay gente que piensa seriamente que hay que tener cuidado con los embalses, ya que vamos a estar ilusionados diez años construyendo uno para que no se llene y termine seco. Yo no pienso así, porque creo que la hidrología es muy variable, pero por eso todos los caminos sirven para enfrentar el tema de la sequía, ya que no son excluyentes, sino complementarios. Nosotros como usuarios del agua podemos hacer mucho, por eso pedimos el apoyo, no económico porque hay proyectos mejores y más eficientes, pero sí el apoyo institucional a la idea para generar una política a largo plazo”, afirma Peralta.
La segunda etapa del plan nacional consiste en que los usuarios construyan un pequeño estanque de infiltración dentro de sus predios (que puede variar entre media y una hectáreas según sus posibilidades y necesidades). La idea es que cuando el usuario vea que hay un beneficio colectivo al dejar correr el agua por los canales, también pueda obtenerlo de manera individual. Esta segunda etapa está siendo implementada en las zonas más afectadas por la sequía, como el valle del Elqui, en la Región de Coquimbo.
“Nuestra actual política de uso de acuíferos es usarlos con mucha moderación, de manera de hacer un vaciamiento muy pequeño, yo diría que solamente del 5% de su capacidad total. Ahora, para poder usarlos masivamente hay que autorizar que uno gire ‘a cuenta’; es decir, que en ciertas épocas o años uno pueda extraer más agua de la que ha entrado con el compromiso de que cuando tenga hidrologías abundantes vuelva a infiltrar esa agua hasta llenarlo nuevamente. Todo eso implica un consenso de uso de acuíferos dentro de lo que es el manejo integrado de las cuencas, así como una solución de muchos aspectos, como la sequía, el regadío y el agua potable”, dice Peralta.
Paso a paso
Entre diciembre de 2013 y abril de este año, la Comisión Nacional de Riego (CNR) desarrolló cinco pilotos o áreas de recarga artificial de acuíferos en distintas cuencas, con el objetivo de generar metodologías para identificar posibles formas de recarga. Los proyectos se realizaron en la segunda sección del Río Aconcagua en la Región de Valparaíso, Popeta y Chacabuco-Polpaico en la Región Metropolitana, Marchigüe en la Región de O’Higgins y Lontué en la Región del Maule, con una inversión que superó los 672 millones de pesos.
“Las alternativas de recarga que trabajamos están basadas principalmente en que tengan potencial agroeconómico, ya que nuestro interés y finalidad es el riego, debido a la situación de sequía. En los pilotos logramos definir sectores óptimos de recarga, de acuerdo al potencial que tienen los acuíferos, ya sea mediante piscinas o pozos de infiltración, o intervención directa en los esteros. Lo que pudimos concluir de todo esto es que es factible la infiltración a escala predial, y si bien todos cumplieron con el objetivo, seguimos con estudios y diagnósticos desde Arica y Parinacota hasta el Maule, ya que hubo proyectos que no pudimos desarrollar debido a la falta de caudal superficial, como en Puangue”, afirma María Loreto Mery, secretaría ejecutiva (s) de la CNR.
Los pilotos desarrollados lograron tasas de infiltración entre 2,5 a 4 litros por segundo en el caso de los pozos, 8 a 16 litros por segundo mediante piscinas, y de 80 litros por segundo en intervención directa en esteros. Según la CNR, la infiltración a escala predial va a depender en gran medida de localizar un sitio adecuado, con profundidad de napas que permita el almacenamiento, y que siempre cuente con recursos superficiales de calidad a la hora de infiltrar.
“Lo que necesitamos es contar con información más detallada. En el caso de la Sociedad del Canal de Maipo, hay un proyecto concreto que nos va a entregar más antecedentes, pero hay otros elementos que tenemos que involucrar, como los medioambientales. Recién partimos con la idea de ver si es factible o no, y efectivamente logramos buenas tasas, pero tenemos que tener cuidado sobre todo con un recurso que es cada vez más escaso. Hay un consenso respecto del potencial de recarga artificial, sobre todo por innovaciones tecnológicas que han sido validadas en otros países, pero hay que poner atención con la sobreexplotación de derechos de agua, ya que una cosa son los derechos otorgados y otra los caudales reales que existen hoy. Tenemos que ir paso a paso”, sostiene Mery.
En ese sentido, la secretaria ejecutiva apunta a que hay que seguir avanzando en sistemas de infiltración, redes de monitoreo, profundidad de los acuíferos y su conductividad, así como la evolución de la sequía, a la hora de evaluar una recarga. Además, falta una mejor organización en comunidades de aguas subterráneas, como las que existen en el norte, donde el recurso es más escaso. “Falta legislar en los derechos de uso para establecer quién y cómo después puede extraer el agua que infiltra”, dice Mery.
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